jueves, 2 de febrero de 2012

Senegal, con los cinco sentidos


Senegal (Promo) from galisteo [cameraman] © on Vimeo.

Hace unos días que regresé de Senegal. ¡Ay Senegal!
Han sido ocho días de trabajo intenso en la Casamance. Ocho días en un paraíso natural, que se se extiende por el suroeste de un país que parece darle la espalda. En la Casamance uno siente lo que es el aislamiento. Es como si esa barrera de tierra, que conforma Gambia, y que prácticamente divide en dos el territorio senegalés, fuese algo imposible de franquear. Existe un Senegal del Norte y un Senegal del Sur, y en ese Sur, apartado, empobrecido y humillado es donde hemos podido percibir la vida con los cinco sentidos. Estas son las primeras impresiones que tuve durante el viaje:

Veo gente contenta e implicada en el esfuerzo por lograr una vida mejor y que ese trabajo, paso a paso, va dando sus frutos. Familias, pueblos y comunidades enteras unidas por un objetivo común. De verdad que impresiona. Y veo un futuro que se abre camino por las pistas de tierra, por los campos cultivados y por los bosques de los manglares y del interior.
Oigo mujeres, que azada en mano, cantan mientras cultivan los huertos, bajo un sol abrasador, que marca, impasible, el paso del tiempo. Oigo el llanto de los niños en las maternidades y a los estudiantes repetir en alto las lecciones de la escuela. Y las gallinas cacareando. Y los pájaros...Y el viento que sopla y mueve las ramas de esos inmensos árboles, de enormes raíces, arraigadas, como los habitantes de La Casamance, a su tierra. Un viento y unas ramas que podrían contar la triste historia de este pueblo oprimido. Y, sentada a la orilla del río Affiniam, oigo el silencio.
Huelo el aroma de los cítricos, de la tierra mojada, de los vegetales, del mar. Y el del pescado que se seca al sol,  fuente de vida para tantas personas.
Siento, también, el tacto de las manos recias, marcadas por el duro trabajo, que se estrechan en el saludo. Y  el viento cuando cruzamos los manglares en piragua para visitar a los pescadores. Y ese polvo seco, que se pega a la piel y a la ropa, hasta cubrirlas de blanco. ¡Y el sudor que me gotea sin parar durante toda la jornada!
Y saboreo con gusto, con mucho gusto, todos esos productos que dan la tierra y el mar.
Todo eso es lo que están percibiendo, de primeras, mis sentidos, y me encanta.

Como tantas veces, una imagen vale más que mil palabras, lo podéis comprobar en el vídeo de mi amigo Galisteo, con quien he podido compartir estos días de trabajo, y que recoge, como siempre con maestría, un ejemplo de todo lo que hemos sentido y vivido en la Cassamance.

(Nota: el vídeo largo, el verdadero motivo de este viaje, podréis verlo cuando me visiten las musas y me inspiren para escribir un guión con el que contar todo lo que el programa Karonghe, de Manos Unidas y la AECID, ha supuesto para parte de los habitantes de la Cassamance  ).

4 comentarios:

Alfonso dijo...

Que bonito testimonio. Cuanto tenemos que agradecer al Señor. le doy gracias por tenerte como amiga, por haberte dado un corazon que irradia luz, por saber transmitir el Amor que el Señor tiene a cada uno de nosotros, sin tener en cuenta nuestra condicion. Gracias Señor por ponerme en mi camino a Marta.

Ana dijo...

Marti, por un rato he dejado los mocos, pañales y cacas de los enanos para irme contigo a Senegal y sentir toda la fuerza y energía de su gente. Saldrá un video precioso Xq lo harás, como todo, desde el corazón. Besitos

Marta Cordero dijo...

Gracias a Gali por el maravilloso vídeo que ha hecho. Cada vez que lo veo, y han sido unas cuantas veces, tengo la tentación de pararlo y charlar con todas las personas que aparecen en él. Y gracias a ti por contarlo. Es como viajar a través de vosotros. No dejes de abrir ventanas y mostrar lo que hay fuera. Gracias!!

ines dijo...

¡Marta!,he venido encantada de la Casamance!!!!!,te recordé un montón allí...y ahora,imagino que estás tú ya de nuevo en tu querida Senegal.....me encanta todo lo que escribes en tu blog...y el vídeo genial.Un besazo!!!,nos veremos pronto..feliz 2013!