miércoles, 24 de noviembre de 2010

¡¡¡Inútil!!

Mañana 25 de noviembre es el Día Internacional para la Erradicación de la Violencia contra la Mujer. hace unos años, cuando viajé a Honduras, tuve la suerte de conocer a María u a sus hijos. Su historia de superación, en una sociedad machista hasta el extremo como la hondureña, merece ser conocida.
¡Vuestra es!    
¡Inútil!
Cada vez que María escuchaba esa palabra, se echaba a temblar. Tras ella venían los golpes. Porrazos más o menos certeros, en función de lo que hubiera tomado su marido en la pequeña cantina del pueblo. Palizas que le hacían doblarse de dolor y de miedo…


Hace más de 20 años que ese hombre, de cuyo nombre ni María ni nosotros queremos acordarnos, pronunció la palabra por primera vez. Veinte años y seis hijos. Toda una vida de sufrimiento silencioso, compartido con el alcohol, la violencia y el desprecio.
¡Inútil! Todos los días, a todas horas: a la vuelta del mercado, a la hora de la cena, tras regresar de la Iglesia los domingos… Si los niños hablaban y si no lo hacían. Si estudiaban o faltaban al colegio. Siempre había un motivo para la lluvia de golpes posterior al ¡Inútil!
Durante años, y a escondidas, el padre Antonio, el cura de la iglesia más cercana a su vivienda, le ha aconsejado no aguantar más, marcharse de allí, por su bien y por el de sus hijos. “Hay muchas asociaciones en San Pedro Sula que te pueden ayudar. Y en Honduras las leyes castigan a los hombres que hacen daño a las mujeres”. Pero a María le asustaba no saber dónde ir. ¿Qué iba a ser de ella y de su familia?
Tres años atrás, mientras recorría el camino de vuelta a casa desde el mercado oyó la palabra: ¡Inútil! Asustada volvió la cabeza, pero allí no había nadie.
¡Inútil! Tras el insulto llegaron los gritos. Reconoció la voz de su hija Isabel y corrió con todas sus fuerzas. En el patio de la casa yacía encogida la mayor de sus hijas. El hombre la amenazaba con la mano abierta.
Aquella fue la última vez que lo hizo. María escapó con sus seis hijos.
Nunca ha vuelto a saber de él. Don Antonio y la buena gente de Cáritas San Pedro Sula les han ayudado mucho. Tiene su propio negocio de tortitas de maíz, que regenta con su hija Isabel. Los pequeños estudian.





Hace poco oyó de nuevo la palabra prohibida. La pronunció entre risas su hija mayor, mientras separaba, para dedicarla al consumo familiar, una tortita de apariencia poco estética: ¡Inútil!

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