lunes, 22 de febrero de 2010

PARAGUAY: La Tierra que llora


A primeros de febrero el programa "Es Posible", de Canal Sur, emitió el segundo de los reportajes elaborados a raiz de la visita que hicimos a este país sudamericano en diciembre de 2009.
Paraguay es una país enormemente desconocido, que lucha cada día por avanzar en el camino de desarrollo, que necesita cada día grandes dosis de coraje para hacer frente a un sin fin de amenzas que ponene freno a ese desarrollo.   
Durante 25 minutos, el reportaje Paraguay:La Tierra que llora recogerá, la lucha por la supervivencia de las comunidades campesinas del departamento de misiones y el empeño en lograr cultivos ecológicos y respetuosos con el medioambiente, que cada día entablan una desigual batalla contra los latifundistas y los cultivadores de soja. Nos acompañaron en  la visita Galo, Gladys... del CEPAG.

martes, 26 de enero de 2010

PARAGUAY: Bañado de Tacumbú



En diciembre de 2009 tuve la oportunidad de visitar Paraguay con un equipo de Canal Sur. El objetivo del viaje era grabar proyectos que la ONG Manos Unidas apoya en el país sudamericano. Nunca imaginé que en Paraguay pudieran darse casos de pobreza absoluta como los que conocimos, ni que las condiciones sociales y políticas fueran tan desastrosas como pudimos comprobar. Corrupción, abuso de poder, marginación, sectas... una suma de ingredientes que han hecho del Paraguay uno de los países más pobres de América. 
Pero, entre todas esas carencias y miserias, pudimos conocer a personas valientes y comprometidas en la lucha contra la injusticia que impera en el país. Uno de ello es el padre Pedro Velasco, un dominico español que lleva más de media vida trabajando por los más pobres entre los pobres: los habitantes del Bañado de Tacumbú, en Asunción. El reportaje Paraguay:Bañado de Tacumbú es el primero de los que el programa "Es Posible" de Canal2 Andalucía ha elaborado con las imágenes y testimonios grabados durante la estancia en Paraguay.

domingo, 24 de enero de 2010

Haití: Una camiseta cubierta de barro y polvo

Artículo publicado el el suplemento ALFAYOMEGA de ABC, el jueves 21 de enero, en la sección "Con ojos de mujer".

Una camiseta cubierta de barro y polvo

Una imagen; un momento en los medios de comunicación de todo el mundo; un instante fugaz transformado en un recuerdo que, probablemente, me acompañará mientras viva. Una camiseta amarilla cubierta de barro y polvo, la absoluta soledad entre el gentío, el cuerpo encogido... El pequeño haitiano de mirada perdida será, para mí, ejemplo, gracias a Dios vivo, de las consecuencias de una tragedia de proporciones inconmensurables.

martes, 10 de noviembre de 2009

Nostalgia de las cinco de la tarde

Uno de los momentos mágicos del día tiene lugar todas las tardes a las cinco, cuando los niños que viven más cerca de la misión invaden el espacio de los padres blancos y, durante dos horas, se hacen dueños del patio central.

Echo de menos las cinco de cada tarde cuando, con puntualidad británica, el siempre relativo silencio de St. Mary se rompe con risas y voces infantiles.
Añoro los abrazos espontáneos y sudorosos de los niños; y las manos pegajosas que se aferran con tanta fuerza que a veces duele.
Veo sus juegos pintados en la arena; circuitos de tierra seca. Y los dedos que golpean con acierto las canicas desconchadas y las chapas de colores, rojas y amarillas.
Siento nostalgia de ese columpio de cuerda deshilachada, incapaz, al final, de aguantar tanto vaivén. Y de esas piedras que cobran vida, convertidas en coches, en autobuses o en camiones. Y del balón deshinchado con el que los más pequeños emulan a los mayores. Y del rico café de barro y hierba…
Echo de menos, también, las charlas adolescentes. Y el aire lleno de hormonas desbocadas. Y las miradas que no se quieren cruzar, pero se cruzan. Y las risas afectadas…
Y recuerdo a los más tímidos, que no llaman la atención, pero la buscan con los ojos. Y lamento no haberme fijado más en ellos, no haber acudido a su llamada silenciosa.
Va pasando el tiempo y la nostalgia crece, pero la ausencia ya no duele tanto. Las memorias van llenando el enorme vacío de los primeros días. Y los correos de abba Melaku hacen que la distancia sea más corta.